PEC 3- Género y disidencias sexuales

Flores disidentes


 

 

FICHA TÉCNICA

Título

Al desnudo

Fecha

16 de abril del 2025

Lugar

Vilanova i la Geltrú, Barcelona (España)

Autora

Nuria Crrasquilla García

Cámara

Canon EOS600D con objetivo EFS 18-55mm

Soporte de la imagen

Digital

Dimensiones

2989 x 2989 píxeles

Descripción

Despojarse poco a poco de la masculinidad hegemónica para mostrar la piel sin censura.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Título

El grito

Fecha

16 de abril del 2025

Lugar

Vilanova i la Geltrú, Barcelona (España)

Autora

Nuria Carrasquilla García

Cámara

Canon EOS600D con objetivo EFS 18-55mm

Soporte de la imagen

Digital

Dimensiones

3456 X 3456 pixeles

Descripción

El grito de quien sabe que hay otra verdad. La vida que se nos impone. Rebelarse, sin miedo. Donde llegue la voz.

 

 

FICHA TÉCNICA

Título

El abrazo

Fecha

16 de abril del 2025

Lugar

Vilanova i la Geltrú, Barcelona (España)

Autora

Nuria Carrasquilla García

Cámara

Canon EOS600D con objetivo EFS 18-55mm

Soporte de la imagen

Digital

Dimensiones

3287 x 3287 píxeles

Descripción

Abrazar lo que nos es inherente. Mostrar vulnerabilidad no es lo mismo que ser frágil; es ser honesto.

JUSTIFICACIÓN CONCEPTUAL

Con esta serie fotográfica he querido sumergirme en la naturaleza de las nuevas masculinidades. He buscado plasmar la imagen de un hombre joven, delicado y vulnerable, desdibujando la silueta del arquetipo masculino irrompible, ese que por siglos ha cargado con la coraza de la omnipotencia y el desapego emocional. Los hombres jóvenes, los hombres del futuro, no temen abrazar su empatía ni despojarse del miedo a la fragilidad.

Esto me remite al concepto de masculinidad hegemónica que desarrolló R. W. Connell (1995). La define como un modelo dominante de masculinidad basado en la autoridad, la autosuficiencia y el desprecio por lo emocional. Con la realización de estas fotografías, busco mostrar una imagen alternativa: un hombre que no se ajusta a ese ideal normativo, sino que explora nuevas formas de habitar su cuerpo y sus emociones con libertad. Porque, como dice Burke (2005, p. 18), “toda imagen es una interpretación del mundo, no su reflejo.”

Estamos habituados a que la sutileza, la sensualidad y la belleza exquisita formen parte de los cuerpos femeninos, como si la delicadeza fuese un territorio prohibido para el hombre. Pero la ruptura de estos estereotipos no solo es un acto de rebeldía: es la reconstrucción de una identidad más libre, donde lo masculino y lo femenino se entrelazan sin miedo. La estética no es patrimonio exclusivo de la mujer, y permitir que el hombre se adueñe también de la ternura es un acto de justicia, una grieta en la cárcel invisible con la que el patriarcado lo ha oprimido.

Para dar vida a esta idea, he elegido como modelo a mi hermano pequeño. Con él he establecido una especie de “contrato civil”, en el sentido que le da Azoulay: con su figura —y su compromiso— pretendo descubrir esa “historia potencial” de la virilidad (Plasencia, 2022). También, como señala Marcos Miguélez López (2023, p. 51), los retratistas “fotografían sus círculos sociales más cercanos y, de alguna forma, se fotografían a ellos mismos en cada retrato”. En su imagen deposito mis anhelos, no solo para él, sino también para mis hijos varones: que no sientan temor, que no actúen conforme a las expectativas impuestas, que puedan ser sin restricción.

Durante la realización de las fotos, la entrega de mi hermano fue total. No solo se dejó mirar: se dejó descubrir. Creo que, sin saberlo, también él empezó a liberarse de algunas ideas heredadas. Esa complicidad fraterna hizo que las imágenes surgieran de forma honesta y afectiva, sin artificios.

He comprendido que el feminismo, al que siempre he mirado desde mi perspectiva de mujer, también tiene que ver con esta revolución: la de los hombres que quieren vivir sin máscaras. La ternura también es una forma de revolución. Mostrar la vulnerabilidad del hombre joven no es neutral. Como dice Plasencia (2022), “la práctica fotográfica es un modo de intervenir en lo social, de posicionarse políticamente en el espacio de la representación.” Siempre he alzado la voz por la mujer que busca romper el techo de cristal; por aquellas que nos precedieron y por las que vendrán; por la necesidad de dejar de ser “la otra” mitad del mundo. Ahora entiendo que la liberación es un camino compartido, porque todos somos humanidad. Como apunta Plasencia (2022), “la fotografía puede ser un acto político cuando visibiliza lo que ha sido sistemáticamente ignorado”.

Desde lo artístico, me atraen la simplicidad y lo conceptual. Me alejo de los clichés para jugar con metáforas que transmitan (mis) verdades. Las flores, en estas imágenes, no son solo un símbolo de belleza, sino también mi deseo: el derecho de ser uno mismo sin limitaciones. En estas imágenes también hablo de lo que no se dice, de lo ausente, de lo que apenas se intuye. En palabras de Burke (2005, p. 32), “las imágenes no solo muestran lo visible, sino que también revelan ausencias significativas.” Además, al estar en blanco y negro, hago que esa autenticidad sea atemporal o perpetua. La venda es la opresión que nos ata a roles heredados, la mordaza de lo impuesto. El grito, visceral y crudo, es la emoción que se niega a ser reprimida. El cuerpo, desnudo en su verdad, es identidad, es libertad, es poesía. Como señala Miguélez López (2023, p. 50), “la imagen fotográfica no solo representa lo visible, sino que también proyecta el deseo, lo imaginado, lo que está por ser.”

En conclusión, como dijo Manuel Oliveira (Castelló y Maderuelo, 2016, p.182):

La imagen […] se presenta como un aliado del ojo por su capacidad histórica para traspasar esas fachadas, para agitar a la sociedad, para convulsionar el pensamiento y para servir de soporte a nuevas configuraciones visuales completamente ajenas a las fachadas homogeneizadoras de los discursos y los lenguajes dominantes.”

Quizá algún día, mirar a un hombre mostrándose vulnerable no sea un acto disruptivo. Quizá algún día, la ternura y la sensibilidad explícita no tengan género.

JUSTIFICACIÓN FORMAL

Para la realización de esta serie fotográfica he utilizado la cámara réflex Canon EOS 600D con objetivo EFS 18-55mm, ya que es la que tenemos en casa y con la que estoy comenzando esta asignatura para adentrarme en la disciplina fotográfica. He optado por el formato cuadrado porque “ayuda a generar una imagen intimista, dado que […] tiene un tono subjetivo, reforzando el lenguaje” (Art Toolkit, s.f.). Además, al ser un formato simétrico, no hay un orden de contemplación para quien recibe la imagen; todo tiene el mismo valor.

He realizado una serie de retratos porque me interesa poner rostro a esa masculinidad, y me atrae “el uso expresivo y simbólico” (Art Toolkit, s.f.) que puede tener este tipo de fotografía. Además, el uso del semidesnudo es una forma de romper con esa tradición en la que solo se mostraban cuerpos femeninos o de niños desnudos. El cuerpo masculino también es sensual y puede ser una forma de redefinir los géneros, no para diferenciarlos, sino para lo contrario: acercarlos.

El punto de vista utilizado es el ángulo normal o medio, y el ángulo picado (Art Toolkit, s.f.). He usado el primero porque quería transmitir cercanía e igualdad; empatía frente a un sentimiento masculino. El ángulo picado lo he elegido porque siempre hay, de forma soterrada, esa visión de que el hombre que se muestra sin la máscara patriarcal “no vale tanto”. De alguna forma, si hago explícita ese punto de vista, quizá pueda ponerla en evidencia y ayudarnos a dejar de juzgar. En cambio, no hay noción de perspectiva: he evitado poner puntos de referencia porque lo que quería transmitir es que esa “nueva masculinidad” fuera omnipresente. Está en todos lados: ni detrás ni delante de nadie; no se superpone a otros elementos, ni se encuentra entre neblinas. Como la perspectiva es un concepto construido, como decía Mirzoeff, quería eliminar esa construcción, porque es artificio, y la realidad que quiero transmitir existe de forma natural.

Se puede ver en las imágenes que hay una puesta en escena, un instante construido (Castelló y Maderuelo, 2016); de esta forma se enfatiza el mensaje que quiero transmitir. Además, he elegido el blanco y negro como forma de expresión porque quiero otorgarle ese “estatus poético al separarse de un acontecimiento literal” (Art Toolkit, s.f.); es decir, alejarme de la literalidad y jugar con la lírica de la composición, porque los cuerpos masculinos también pueden tener ese halo onírico. De ahí el uso de la clave baja, porque “este tipo de fotografías están iluminadas para no perder detalle de la escena y poder provocar profundas emociones al espectador; transmiten inquietud y dan un tono más intimista a la imagen” (Art Toolkit, s.f.). Para lograr todo esto, he utilizado luz artificial indirecta: la lámpara ya tiene una pantalla que consigue ese efecto; y los focos también son de luz difusa, al ser un aro de luz. Al trabajar con luz difusa y clave baja, se enfatiza esa carga emocional. Porque, como recuerda Senra Barja (2023), “la luz no solo revela formas, también construye emociones”. He trabajado con el esquema Rembrandt, usando dos focos simétricos a 45º para conseguir “eliminar cualquier sombra y que el rostro quede perfectamente iluminado” (Senra Barja, 2023).”

También se podrá observar que he utilizado el movimiento como recurso expresivo. En alguna fotografía ha sido a baja velocidad de obturación, para dar latencia a aquello que quiero trasladar. En la fotografía en la que se quita la camiseta, pretendo mostrar que integrar, aceptar y entender las nuevas masculinidades es un proceso lento —tanto para el hombre como para la sociedad—. En la imagen del abrazo, no hay movimiento, es un gesto estático, para congelar ese instante y que no se olvide: ese gesto de abrazar lo que uno es. En cambio, con la foto del grito, la he realizado con una velocidad más alta de obturación para mostrar el clímax de la emoción.

En definitiva, con esta serie he querido transmitir que el feminismo también va de esto: de la lucha por las libertades de los seres humanos. Todo ello partiendo de una imagen subjetiva, onírica, poética y sensual; atributos históricamente vinculados a lo femenino. Es otra forma de ver la realidad, de filtrarla, de transmitir esa inquietud que, al final, solo proviene de mi punto de vista. Como decía Sigfried Kracauer: “el fotógrafo y el historiador seleccionan la porción de la realidad que quieren mostrar” (Castelló y Maderuelo, 2016), y de ahí mi subjetividad e intención.